El incremento de la interacción entre el alumnado y el profesorado, está siendo considerado como la clave educativa para la trasformación pedagógica. Vivimos bajo una fuerza en al que parece necesario actuar y ofrecer alternativas en forma de acción, como una educación renovadora, sirviendo a la sociedad y no a intereses individuales. Vivimos en una sociedad cada vez más numerosa y desigual en la que el aprendizaje y el trabajo cooperativo es una técnica útil para afrontar los retos educativos y sociales, con el fin de interactuar desde las diferencias hacia situaciones cada vez más óptimas, dando respuesta a la pluralidad.
La humanidad necesita aprender a trabajar colaborativamente, dejando atrás el individualismo que en las aulas genera situaciones impropias, como puede ser que el alumnado entienda que es un obstáculo “tener que hacer tiempo a que el grupo haga un trabajo y que todos aprendan y lleguen a un objetivo común”.
El aprendizaje cooperativo es muy necesario en el aula ya que la escuela tradicional aún existe. La clase magistral que se dirige al alumnado que oye pasivamente, estableciéndose una comunicación en una sola direccional. La interacción entre profesores tampoco se fomenta, pues solo se le pide que domine su materia. Cuanto más especializados sean más se alejan de saber compartir su saber. Por otro lado, esta especialización supone que la principal preocupación se centre en el contenido, y no en que el alumnado adquiera las herramientas que le faciliten el acceso a él.
Se mantiene la idea de que trabajando por separado, el profesorado, las familias, los recursos sociales y la Administración, sobre el alumnado, éste por su cuenta, va a tener capacidad de conjuntar las piezas del puzzle y darle una coherencia final que le va a convertir en un ciudadano apto para enfrentarse a la vida. Es un error pensar que todas las personas tienen las mismas posibilidades para encajar las piezas, y además que lo hacen prácticamente a la vez. También es un error pensar, que elaborando las piezas por separado, éstas se acoplen exactamente. En los centros escolares existe una laguna importante que es el trabajo en equipo, pues el trabajo conjunto no supone eficacia, pero si se coordinan acciones y actividades es muy probable que se alcancen los objetivos propuestos y que se consigan los resultados esperados.
Practicar la cooperación implica esfuerzos, acuerdos e interdependencia. Cooperar es algo más que “estar juntos y juntas”, es colaborar en actividades que podían ser individuales. En un proyecto cooperativo, que se desarrolle, bien en aula o con el profesorado se deben dar una serie de condiciones o pautas, que entre otras podrían ser:
1. Que se requiera de la creación de un clima adecuado para la libre expresión, confianza y escucha, con el fin de lograrlo, por lo que se debe dedicar tiempo y esfuerzos.
2. Que se parta de que “no se dicen tonterías”, sino que todo son aportaciones que, siempre, van a dar lugar a otras.
3. Que cada persona asume la responsabilidad de aportar al grupo. No se puede esquivar la responsabilidad y la implicación o no en el trabajo colectivo.

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